El aula a través de una mirada gestáltica
Vivir implica sentir, la vida es emoción, la vida es experiencia, relación, sentimiento… El niño/a desde que cobra vida es capaz de sentir y conforme va creciendo va haciéndose más consciente de sus emociones, de lo que le pasa en su mundo interior…o no?
A lo mejor si nosotros los adultos no le ayudamos no sea capaz de darse cuenta y pase por la vida de puntillas, sin ser consciente de lo que pasa por su interior. Y entonces, a lo mejor, no viva consciente y plenamente.
Por eso es fundamental que en estos primeros años de su vida los adultos ya conscientes de lo que supone vivir, seamos capaces de facilitar esa consciencia, de proporcionar herramientas, de hacerles verse para poder después ver a los demás, y de servirles de apoyo en su desarrollo emocional, afectivo y social.
Todo esto cobra mayor importancia en el terreno educativo. Los docentes deberíamos priorizar en esta etapa educativa este desarrollo frente al cognitivo porque estamos EDUCANDO y no enseñando y porque trabajamos con PERSONAS y en nuestro día a día nuestro quehacer influye para bien o para mal en el futuro carácter y experiencias que estos niños/as tendrán.
¿Cómo podemos llevar todo esto a la práctica? La Gestalt nos ayuda en esta tarea:
Dedicar unos minutos a OBSERVAR cómo es el primer contacto, cuando los niños/as llegan al colegio, con su profesor/a, con sus compañeros/as o simplemente PREGUNTARLES cómo están ofrece mucha información. Esto nos permite conocer con quién pasan su tiempo, cómo lo viven, cómo les gustaría vivirlo… Y es una oportunidad para enseñarles a mirarse por dentro, a pararse, a sentir, a expresar sus emociones y a conocerse un poco mejor.
Trabajar los SUEÑOS, lo más profundo de nosotros mismos, nuestros deseos, inquietudes, miedos, preocupaciones… Es verdad que un niño/a tan pequeño tiene dificultad a la hora de expresar y relatar su sueño. En él se mezclan realidades y fantasías, deseos…pero en la información que nos traen nos muestran una parte más de sus emociones. Permitimos al niño/a exhibir sus sueños, mostrar a todos lo que somos en realidad, aceptarnos.
Crear un espacio en el aula que nos sirva de RINCÓN SEGURO. Donde puedan sentirse a gusto, seguros, confiados. Un espacio que me guste que me permita estar en soledad cuando así lo deseo y que me permita también compartirlo cuando más lo necesite.
El DIBUJO es una herramienta presente en el día a día en el aula. A través del dibujo, utiliza trazos, líneas de apoyo, garabatos, colores… sobre los que se muestra como está, cómo se siente y que le ayuda a descargar la emoción, porque cuando la saca fuera, descansa, porque se deja ver cómo es él o ella de verdad.
A veces los niños/as tienen dificultad de expresar con total claridad lo que sienten porque ni ellos mismos lo saben. Esto supone en muchos casos conductas inadecuadas con sus compañeros/as en el día a día del aula. Poner la figura materna, paterna, del hermano… en uno de sus compañeros y poder expresar lo que en ese momento siente o le gustaría decirle a esa figura, permite ser consciente de lo que le pasa, ponerle palabras. En definitiva, poner orden en el caos. A modo de REPRESENTACIÓN los niños/as aprenden poco a poco a respetarse y a tomar conciencia del aquí y ahora.
La ESCUHA DEL ADULTO a lo que nos cuenta cada niño/a nos permite VER sus necesidades, cómo viven ellos los conflictos y como se sitúan en ellos. Si son capaces de defenderse, si siempre piden ayuda al adulto, si se muestran seguros ante un conflicto o si por el contrario dejan patente su inseguridad. Que sean capaces de ir poco a poco resolviendo solos los conflictos, las dificultades que la vida les va planteando. Dejarles ir, sabiendo que estamos a su lado.
Dotar a los niños/as de VITAMINAS EMOCIONALES. A menudo escuchan de nosotros y nosotras muchos más mensajes negativos que positivos. Así que pararse a pensar y ser capaces de decir a las otras cosas positivas nos ayuda a descubrir la parte bonita de la otra persona, a pensar en el otro desde dentro, a identificar lo que a mí me gusta, a poner límite de lo no y así ser capaz de elegir en consecuencia y también de escuchar de los demás lo bueno que hay en mí.
Otra manera de trabajar emociones con niños/as tan pequeños es a través del CUERPO. Tomar conciencia de su cuerpo, de cómo están físicamente, de donde se queda la emoción cuando no sale de su cuerpo y de su mente. Aprenderán también a cuidarse, a quererse y así tendrán un mejor concepto de sí mismos, y una mejor autoestima que les permitirá ser más felices consigo mismos y con los demás.
Los CUENTOS a través de los cuales los niños expresan y superan sus miedos, dejan su fantasía volar, se dejan llevar por lo que les gustaría ser o hacer. Ayuda mucho dejarles que ellos mismos los creen, cambien los finales, los mezclen, en definitiva, dejar que su creatividad tenga espacio para poder desarrollarse porque a través de ella el niño/a crece, se hace más grande, más sensible al mundo, se expande, se muestra en su totalidad, sin miedos, sin límites, sin tabúes, sin rigidez.
Y en la representación de estos cuentos, las MARIONETAS en las que ponen voz a sus deseos, sus inquietudes, sus miedos, su rabia…donde pueden expresarse también con total libertad. Son sus aliadas, su otro yo.
En las relaciones con sus compañeros/as también puede verse claramente como se relaciona cada uno/a. A través de un SOCIOGRAMA podemos ver como eligen con quien jugar, con quien estar, o simplemente se dejan elegir, o a veces ni lo uno ni lo otro y como esto influye en cada uno de ellos. Si lo aceptan o no y que mecanismos de defensa salen a luz para afrontar esto. Cómo nos protegemos para no sufrir ya desde la infancia como a veces huimos, o nos desensibilizamos para no sentirnos mal. Cómo proyectamos en el otro o esa emoción nos la quedamos para nosotros siendo verdaderamente dañina para nosotros mismos.
En fin, que son muchas las maneras a través de las que podemos trabajar la Gestalt en nuestra aula. La tarea es difícil, si, muy complicada y depende mucho de cómo también estemos nosotros en el día a día. Nuestro equilibrio emocional y físico es el equilibrio de nuestros alumnos/as. De la misma manera que nosotros les vemos, ellos nos sienten a nosotros y empatizan y a veces una mirada basta entre yo y ellos o ellos y yo para encontrarnos y compartirnos y en ese segundo, solo en ese segundo te das cuenta de que merece la pena, de la importancia de trabajar la emoción en la escuela porque a través de ella se consigue un verdadero encuentro entre dos personas que comparten sus vidas, se respetan y se quieren.
Muy interesante el artículo.
Un artículo muy educativo, tanto para el aula, como para el día a día familiar.