TU FOBIA O YO

Normalmente en una relación de pareja encontramos el equilibrio, más o menos adecuado, entre los intereses, necesidades, sueños… de cada uno de los miembros. Normalmente ese tira y afloja entre lo que tú quieres y lo que yo necesito llega a un entendimiento que permite a ambos desarrollarse y crecer desde la individualidad dentro de un proyecto común.

Pero. ¿Qué pasa si algo se interpone en ese equilibrio? ¿Qué pasa si algo rompe esa armonía? Digamos por ejemplo….una fobia. No hace falta que seamos fatalistas y no vayamos a pensar en una fobia que limita la vida diaria, en la que ya necesitamos un trabajo terapéutico más profundo.  Pensemos en una fobia de esas que parece que están dormidas y que se despiertan en momentos muy puntuales de nuestras vidas. Por ejemplo, el miedo a volar. Un miedo que al principio era solo eso. En principio no le damos mucho pábulo porque no interfiere en nuestra vida diaria. Porque dejamos esas vacaciones lejanas para más adelante. ¡Qué más da, al fin y al cabo hay tantos sitios que visitar! Pero poco a poco ese miedo se convierte en algo más fuerte. Ese miedo que ignoramos y al que no dejamos espacio, poco a poco y a hurtadillas, va ganando espacio. Y nosotros ni enterarnos. Creyendo que lo tenemos controlado no somos conscientes que estamos renunciando a nuestros deseos y que solamente los estamos posponiendo. Pero  que ocurre cuando esas necesidades no son las nuestras sino las de nuestra media naranja. Cuando la necesidad del otro comienza a hacerse tan grande como nuestra fobia. ¿Dónde queda el equilibrio de nuestra relación? ¿Puede ser tan grande que acabe con ella? ¿Será que llegará el día en el que tenga que elegir entre mi fobia y tú?

ESA SOY YO

Vuelve. Siempre vuelve.

Me he enfrentado a ella una y mil veces. Y siempre vuelve.

He revisado mis heridas, las he abierto, limpiado, cosido… pero siempre vuelve.

He analizado, mirado, confrontado, comprendido, visto… todo aquello que sucedió. Cómo mi padre me miraba, esa imagen de mi madre, ese rechazo del primer amor, ese querer ser…. Y no poder.

¿Por qué sigue ahí? ¿Por qué vuelve a aparecer? ¿Por qué sigue doliendo? ¿Por qué la herida no desapareció?

Porque esa eres tú. Porque esa herida te recuerda quien eres, lo que viviste y da valor en lo que ahora te has convertido.